lunes, 17 de diciembre de 2012

Campofrío y el fin del mundo.


Durante todo el día de hoy ha plagado las redes sociales una nueva campaña publicitaria de la marca Campofrío. Para el que no haya visto el anuncio, recomiendo verlo antes de seguir leyendo, aquí lo tenéis.

¿Os ha gustado? Seguro que sí, el anuncio es buenísimo. Llega al corazón, remueve la conciencia, es motivante y esperanzador. Pone de manifiesto el potencial y las grandes capacidades que tenemos todos y cada uno de nosotros por el simple hecho de pertenecer a este país. Promueve valores de esperanza, de posibilidades, de ánimo, de fe en el futuro y en nosotros mismos.

Muchos ya estaréis buscándole explicaciones, pensando que sólo es marketing y que lo hacen para vender más. Nada de eso, por dios. Estos de Campofrío son tan buenos y tan generosos que, además de un anuncio emocionante, han lanzado una campaña en twitter, por la cual cada vez que se mencione su anuncio en la red social...¡donarán un euro a Cruz Roja!


Ayer, viendo un programa sobre el "fin del mundo" que se acerca (¡¡sólo quedan 4 días!!) hablaban sobre el supuesto cambio de era, de mentalidad, que esta fecha iba a traernos. Se hablaba de que tal y como están las cosas actualmente, las crisis, la pobreza, las escasas perspectivas de futuro, el paro...y otras desgracias, no era extraño que mucha gente esperara con ansia ese cambio de conciencia, ese giro de la humanidad que nos reconduciría hacia un futuro más esperanzador.

La gente está preocupada. Eso es innegable. Algunos se preocupan más por la crisis económica, el paro, la subida de la prima de riesgo y la deuda. Otros hablan de crisis de valores, de la falta de solidaridad, del poco entendimiento entre culturas, las guerras, las desigualdades.

Sea como fuere, pocos se atreverían a negar que nos hace falta un cambio. O que al menos nos vendría bien. La mayoría de la gente en nuestro país tiene una o varias razones que apoyarían ese cambio. Hay que hacer algo, cambiar nuestras prioridades, nuestros valores...pero ¿quién empieza? ¿Campofrío?


Campofrío, en los últimos 5 años, ha llevado a cabo varios ERE en los que ha despedido, en total, a unos 1800 trabajadores. Según algunos de los trabajadores, las cartas de despido terminaban con un "Sonría, por favor".

¿Qué nos están vendiendo? ¿Qué tipo de valores subyacen realmente en esta empresa? ¿Tenemos que olvidarnos de todos esos trabajadores y sus familias sólo porque nos han saltado unas lagrimillas viendo a Fofito enumerando los mayores éxitos de nuestro país?

¿Acaso le han dado de comer a esas familias los deportistas de los que hablan en el anuncio? ¿Acaso los 6 premios Nobel que mencionan han repercutido en ayudas a las personas necesitadas de nuestro país?


Pero todo eso da igual. Lo único que importa es que Campofrío ha hecho un anuncio genial, precioso, que remueve los corazones de todo el que lo ve. Un anuncio que nada más verlo, vamos corriendo a compartirlo en facebook o en twitter, porque cosas así son las que van a hacer que la gente sea más solidaria, más generosa y más crítica, ¿verdad? Éstas son las cosas que nos traerán ese cambio de mentalidad que tanto esperamos.

Espero que se note la ironía. Estoy harto de que se nos vendan valores que NO SON SUYOS. Que las grandes empresas nos compren con etiquetas como la SOLIDARIDAD, el COMPARTIR, la ESPERANZA... cuando esos valores sólo pertenecen a las personas, a lo más profundo de las personas. A la gente de la calle, a los que sufren, a los que colaboran, a los que dan su vida y su esfuerzo por otros.

Entre unos y otros ya nos han robado muchas cosas: la dignidad, el trabajo, el poder adquisitivo, las vacaciones,... no dejéis que nos roben también nuestros valores. Son nuestros, siempre lo han sido, no dejéis que intenten venderóslos como si fueran suyos. Nos pertenecen.



domingo, 9 de diciembre de 2012

Barreras entre culturas.


Ayer mismo, aprovechando la soleada tarde de sábado, salí a dar un paseo por la zona turística de Granada. A pesar de los miles de turistas, extranjeros y nacionales, que atestaban las calles y hacían difícil disfrutar de la tranquilidad y la paz que suele provocar el barrio árabe del Albayzin.

Caminando por sitios conocidos, llegué a un sitio desconocido, la mezquita mayor de Granada. Se trata de una mezquita moderna, del año 2003, y curiosamente es la primera mezquita construida en Granada desde la "reconquista" de 1492.

Esta mezquita, además, tuvo muchísimas dificultades para construirse, debido a la oposición de diversos colectivos y asociaciones de vecinos. Se tardó diez años en otorgar un permiso para construirla en su localización actual.

Sigo sin entender como un lugar con semejante tranquilidad, paz y remanso espiritual puede haber tenido, y tener, tantos opositores. Además, es un centro de cultura importantísimo para todo aquél que quiera conocer la cultura y la tradición islámicas. Y el que no quiera, que no vaya.

Retomando, han tenido que pasar más de 500 años para que en Granada se volviera a levantar una mezquita. Pero las diferencias y la falta de entendimiento entre religiones (o tradiciones) sigue presente como si la toma de Granada por los Reyes Católicos hubiera sido ayer.

Ya no se libran batallas ni se pergeñan matanzas en las Alpujarras o en las costas andaluzas, pero la guerra ideológica y de valores sigue notándose en actitudes, comentarios, formas de relacionarnos, sentimientos...

Nos está costando. Parece que no nos entra en la cabeza que tenemos que respetar al otro sea cual sea su cultura, su religión, su credo, su color de piel. Y ojo, respetar no es pasar del tema como si no fuera contigo. Va contigo. Te guste o no, compartimos ciudades, trabajos, institutos, barrios e incluso historia.  De hecho posiblemente compartamos unos cuantos antepasados.

Pero es más sencillo ver las diferencias. Esas diferencias, pequeñas o grandes, que alimentan el miedo, el recelo y el odio a lo desconocido. Y, lo peor de todo, que nos impiden disfrutar de la riqueza cultural, espiritual y humana que podemos ofrecernos unos a otros.

En lugar de enriquecernos mutuamente con la literatura, el arte, la música, la espiritualidad, la filosofía, la tradición, la arquitectura, las costumbres, las ideas, los valores... En lugar de eso, nos miramos recelosos cuando nos cruzamos en un callejón estrecho y damos rienda suelta a pensamientos xenófobos, basados en lo que conocemos del otro por el cine o los medios de comunicación.

Ponemos barreras invisibles. Barreras tan altas como el odio irracional o el miedo infundado. Barreras que nos costará mucho tiempo saltar o derribar. ¿Por qué no ponemos tantas barreras con otras culturas y religiones más cercanas, como la católica? ¿Acaso la suya es más irracional? ¿Acaso el Islam ha cometido más barbaridades que la Iglesia Católica? ¿Acaso su espiritualidad es menos válida?

Su cultura no la entendemos ni la respetamos; pero eso sí, la Alhambra es "mu bonita" y no te puedes morir sin verla.