domingo, 3 de marzo de 2013

¿El retorno de las clases sociales?



El otro día estuve en una fiesta. Un buen amigo que he conocido hace poco me invitó a su casa porque celebraba su cumpleaños y había invitado a muchísima gente. Antes de seguir con mi reflexión, he de decir que admiro profundamente a este amigo, y que espero que, si lee esto, no se sienta perjudicado por mis palabras.

Sigamos con la fiesta. Como decía, había mucha gente invitada. Mi amigo vive en una casa bastante grande, en una urbanización a las afueras de la ciudad. Pero no me interesa ahora hablar de mi amigo.

Entre toda esa gente que estaba invitada, amigos de mi amigo, una gran mayoría pertenecían a lo que podríamos llamar un "grupo social" al que nunca me he sentido vinculado. Me cuesta hablar de grupos sociales en una sociedad tan diversa y globalizada como la actual, pero sí que podría identificar ciertos rasgos que personalmente me parecen diferenciadores entre la gente de aquella fiesta (la mayoría) y yo.

El tipo de ropa, el tipo de actividades a las que dedican su tiempo libre, el tipo de vida académica y laboral que llevan o han llevado, el tipo de lugares de ocio que frecuentan...me atrevería incluso a decir (sin haber entablado conversaciones profundas con ninguno de ellos) que algunos de los valores que les subyacen son diferentes de los míos. ¿Quizás también el partido al que votan o la religión que profesan? No lo sé, y no me atrevo a aventurarme en esos terrenos. Bastante prejuicioso estoy siendo ya.

En todos esos factores diferenciadores entre ellos y yo, de una manera o de otra, estaba detrás el componente económico. No sólo que pudieran disponer de más o menos dinero que yo, sino también las prioridades a la hora de gastar e invertir ese dinero.

Pero ojo, durante mi etapa como estudiante, también he tenido experiencias de este tipo con "grupos sociales" muy diferentes. Grupos que, por ejemplo, dirigían todos sus esfuerzos vitales hacia un único objetivo reivindicativo o político; o grupos en los que jamás se hablaba de la situación económica, política o social; o grupos en los que el factor común que unía a los individuos era el rechazo, incluso el desprecio, hacia todo tipo de sistema social jerarquizado y estandarizado.

¿A dónde quiero llegar? Simplemente quiero destacar que ese grupo de personas, en un momento de relación social, donde casi todos se conocían y se relacionaban frecuentemente, se encontraban relativamente "aislados" del resto de "grupos sociales" que forman la sociedad que les rodea.

Incluso entre personas jóvenes, que nos presuponemos más abiertos a conocer y entablar relaciones con otros, nos encerramos y nos relacionamos exlusivamente con gente que tiene nuestros mismos intereses, nuestras mismas inquietudes, nuestros mismos valores e ideologías, o nuestro mismo nivel económico.


Nos suena anticuado y bolchevique hablar de una "sociedad de clases", pero inintencionadamente creamos "microsociedades" a nuestro alrededor, formadas única y exclusivamente por aquellas personas que comparten algo con nosotros. Pensaréis que esto es normal, que es una cuestión práctica y humana: ya que no podríamos relacionarnos con todo el mundo, escogemos según nuestras preferencias.

Y lo es. Es normal, es humano. Pero también es peligroso. Es peligroso cuando nos negamos a conocer la realidad que hay más allá de ese "submundo" social que nos hemos creado. Es peligroso cuando creamos mentalmente grupos ajenos a "los nuestros" y además les calificamos: los de derechas, los de izquierdas, los pijos, los hippies, los pobres, los ricos... Es más peligroso si además colgamos adjetivos a los individuos de esos grupos, adjetivos de los que no podrán desprenderse dentro de nuestro imaginario.

Pero lo más peligroso es que esos calificativos, esos adjetivos, esos prejuicios al fin y al cabo, nos encierran cada vez más y más en nuestros "subgrupos", aislándonos y blindándonos ante el diferente, que puede llegar a convertirse incluso en "el enemigo".

Y subiendo, subiendo...¿no os recuerda esto al aislamiento que tiene actualmente nuestra clase política frente a la realidad que se desarrolla en las calles? ¿Acaso no son los mismos procesos psicosociales los que hacen al poderoso estar ajeno a las preocupaciones del ciudadano de a pie?


Para terminar con buen sabor de boca, también creo que hay personas que son capaces de superar estas barreras y relacionarse aquí y allá con todo tipo de personas, olvidándose de prejuicios y etiquetas sociales, disfrutando de las personas por lo que realmente son, y no por el "grupo social" al que supuestamente pertenecen.

Son personas que ansían conocer y descubrir, abrir su mente, saber qué pasa en otros lugares, en otros círculos sociales, en otras realidades. Personas que no les importa qué ropa lleve el que está delante, cuánto dinero valga su coche o cuántas plantas tenga su casa.

Conozco a bastantes personas así. Mi amigo, el de la fiesta con la que empezaba esta reflexión, es una de esas personas. Seguro que vosotros también conocéis este tipo de personas. Seguro que muchos de los que estáis leyendo esto sois de ese tipo de personas. Sentíos afortunados, vuestra es la posibilidad de descubrir y conocer aquello que otros se niegan a descubrir.

2 comentarios:

  1. Creo que en este debate habría que empezar haciendo una clara distinción entre clase social (apela a una jerarquía no exclusivamente de carácter económico) y grupo social.
    Personalmente, me parece "peligroso" no reconocer la existencia de clases sociales, que existen y es la característico de la Modernidad. Aunque, tal vez, ahora con esto de la crisis y los procesos de movilidad social descendente de muchas personas de clase media, este hecho se haga más evidente.
    En cuanto a los grupos sociales, me parece "normal" que personas con los miso "intereses" o con las mismas facilidades de acceder a una realidad social u otra se junten. Aunque sólo sea a base de coincidir.
    Otra cosa es que caigamos en una "comodidad" y nos cerremos en banda a conocer e incluso comprender otras realidades sociales, lo cual, me parece igual de peligroso.

    Un saludo, Irene ^_^

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  2. Estoy muy muy muy de acuerdo con Irene. Creo que mezclas ahí esas cosas y me quedaba a mí como un mal regusto eso de que las clases habían desaparecido, ahora reaparecen, .... y lo del "totus revolutum" ... no sé... "ganancia de pescadores". Que clases hay y que cada uno está donde está y que algunas son porque se aprovechan de las otras y otras están porque las unas las obligan, ... y como clase yo creo que debemos seguir luchando unas contra otras hasta que desaparezcan.
    Es verdad, también estoy muy de acuerdo con el aspecto que me parece tú querías destacar: no quiero relacionarme con las personas por sus etiquetas, ni mucho menos despreciarlas, aislarlas, ignorarlas. No quiero sentirme más que nadie, superior a nadie, ... (inferior sí, menos sí,... eso no quiero evitarlo). Es verdad, yo también creo que cada persona merece todo mi respeto y puede aportarme mucho, ... que muchas personas merecen toda mi admiración independientemente de su condición, de su clase, de su posición, de su ropa, de sus gustos o de qué sitios frecuentan. Que toda la variedad, diversidad, ... en lugar de separarnos y aislarnos nos debe enriquecer.
    Pero eso no me desclasa ni por ello dejo de reconocerme en un determinado grupo social,... Eso es AFIRMACIÓN? Eso es bueno, no?
    Ah, y lo de "clase política"... otro día hablamos de eso, vale? Hay políticos de muchas clases, políticos con clase, clases de política, pero clase, lo que se dice CLASE política,... no sé yo.


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